Todxs sabemos que el alcohol es muy perjudicial, en mayor o menor cantidad, para nuestro organismo, principalmente para nuestro sistema nervioso central. Así, en esta entrada, os iluminaremos un poco acerca de lo que puede llegar a ocasionar en nuestro cuerpo la ingesta de este producto, el cual hoy en día, es tan común en nuestras vidas (nos referimos al hecho de hablar de él, no a tomarlo, eh. No bebáis chicxs).
El alcohol es una droga y pese a que es un adictivo muy débil, produce una gran cantidad de efectos negativos en el cuerpo. Afecta a la química cerebral al alterar los niveles de neurotransmisores, que son los que transmiten las señales que controlan los procesos de pensamiento, comportamiento y emociones. Pueden ser excitatorios, es decir, que estimulen la actividad o, por el contrario, inhibitorios, que la disminuyan.
El cerebro tiene un equilibrio de sustancias químicas que el alcohol puede llegar a alterar. Lo que afectaría a nuestro comportamiento, nuestra manera de pensar e incluso a nuestros sentimientos y emociones.
Beber aparentemente hace sentir mejor a la mayoría de las personas, ya que al hacerlo, el neurotransmisor glutamato, incrementa la liberación de dopamina haciendo sentir placer al beber. Esto hace que se sientan menos ansiosas y más sociables. Sin embargo, si se bebe demasiado, el cerebro comienza a quedar afectado y las sensaciones de placer se pueden convertir en sensaciones de ansiedad, agresividad o incluso depresión.
(En clase, nos han propuesto un vídeo relacionado con este tema y que explica muy bien lo que ocurre cuando se nos va la mano con el alcohol. Os lo dejamos por aquí por si queréis echarle un vistazo):
Este sería el caso de nuestro protagonista, Greg, el cual debido a un par de cervezas en una fiesta, se empieza a sentir de alguna manera excitado. Pero a medida que pasa el tiempo y comienza a beber, una copa detrás de otra hace que se vaya alterando su comportamiento (perdiendo por ejemplo la vergüenza y haciendo cosas que conscientemente no se atrevería a hacer), lo que provoca que Greg acabe perdiendo el control consciente de lo que hace y vagando por las calles sin rumbo.
El alcohol actúa desequilibrando el sistema nervioso afectando a los receptores GABA, en pequeñas cantidades, el alcohol provoca una desinhibición, pero con el aumento de esta concentración provoca que el individuo tenga la visión nublada, le cueste más responder a los estímulos, moverse, hablar o caminar.
En concentraciones muy altas, (mayores a 0.35 g/100 mL de alcohol), la persona puede caer en un coma etílico o hasta morir.
Os mostramos unas imágenes en las que se describe qué le provoca el alcohol a nuestro cerebro:
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